De este lado
Ana María Jurado

Me pregunto con frecuencia quién ganará la segunda vuelta, ¿Qué pasará si gana este? ¿O si gana el otro? Es motivo de desvelos y de que sienta mariposas en el estómago. No me pasa solamente a mí, con eso me consuelo. Muchas personas hasta sienten palpitaciones en el corazón o ganas de ir al baño. Pero en este caso es inútil y hay que pararlo. Es solamente ansiedad.

La ansiedad es uno de las reacciones más frecuentes del organismo. Se presenta de muchas formas. Por eso digo que tiene muchas caras. Puede ser una reacción a eventos que nos producen temor, pero también puede ser una forma de ser en el mundo, estar más impregnada a la personalidad. Se conoce que uno tiene ansiedad, porque se siente. Lo que pasa es que en la cotidianidad le llamamos “nervios”, pero ese término es un eufemismo. El término adecuado es ansiedad. Estamos o nos sentimos ansiosos, nos sudan las manos, a veces nos tiemblan las piernas, o simplemente sentimos una sensación de “flato”, como si algo malo fuera a pasar. Forma parte de nuestra vida, pero a veces molesta.

Muchos profesionales la nombran como angustia, y la toman como equivalentes, sin embargo parece ser que la angustia es más somática, se siente el cuerpo y la ansiedad es más subjetiva, más psíquica.

¿Qué nos produce ansiedad? Pues es muy personal, porque depende de la forma que cada quien enfrente la vida. Así para alguien sea motivo de ansiedad el hablar en público, o rendir un examen, para otros sea salir a la calle o enfrentarse a una situación nueva. Puede tener motivos muy profundos, que no están a la vista de todos o bien puede ser producto de los pensamientos que creamos.

Pensar catastrófico puede ser una forma de que el organismo reaccione de manera ansiosa y si esta dura mucho tiempo puede alterar el funcionamiento de funciones vitales, tal como producir hipertensión arterial, gastritis, colon irritable, asma bronquial, dolores musculares y otras enfermedades aún más molestas. Todo por pensar anticipadamente en lo que puede o no suceder. Porque eso sí la ansiedad es anticipatoria, no se siente ansiedad por lo que ya pasó sino por lo que no ha pasado, por lo que nos espera. Tiene una pequeña ventaja, que nos prepara para enfrentar de manera activa y nos hace ser un poco más eficientes. Por ejemplo, si tenemos que dar un discurso: lo preparamos, investigamos e imaginamos que todo va a salir bien. Esto es positivo, aunque hay algunas personas que van volando por el mundo con exceso de optimismo y entonces, literalmente no sienten ansiedad. Se ven tan relajados y dueños de la verdad, pero eso tampoco es apropiado.

Viendo así las cosas es mejor que me relaje y deje de pensar en qué va a pasar en la segunda vuelta, quién va a quedar. Aunque pensándolo bien podría pensar en votar por el que luce relajado y realista, por lo menos va a estar más sano.

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