Algún grado de estrés estamos manejando, difícilmente nos escapamos de él, viene aparejado con el desarrollo y las demandas del mundo en que vivimos, así que sus efectos se hacen visibles aún en los niños. Seguramente usted ha experimentado algún grado de ansiedad, o bien dolores de cabeza, malestares en el aparato digestivo o su médico le ha dicho que tiene que relajarse o pregunta si tiene problemas. Estas observaciones nos hacen sonreír. Me siento mal y alívieme, después veremos cómo me relajo, pensamos.
Lo interesante es que esta respuesta del organismo depende de la interpretación que demos a los eventos estresantes, como por ejemplo, el tráfico. Si maldecimos y reaccionamos con aprensión seguramente el organismo lo sufrirá. Siempre digo qué hay que observar el problema y aceptar cuando nada podemos hacer al respecto. Así que no vale la pena alterarnos ni sufrir. Distraer la mente en esos momentos, ayuda. Lo mismo con el resto de los problemas que enfrentamos a diario. Cuando el problema tiene solución hay que actuar. ¿Quiere saber más? Escríbame.