Ya lo dijo el poeta, juventud divino tesoro, ya te vas para no volver…

Ese tiempo hermoso cuando nos queremos comer el mundo, bailar en un pie y reír con alegría auténtica. Desde el 2015 el Consejo de seguridad de Naciones Unidas reconoce a la juventud como agente de cambio para la paz y la seguridad.  Este año, el Día Internacional de la Juventud, 12 de agosto, se centra en sus contribuciones a la prevención y la transformación de conflictos, así como a la inclusión, la justicia social y la paz sostenible.

Esta declaración es esperanzadora sobre todo para un país como el nuestro en donde la juventud abandona los estudios para ingresar en el mercado laboral, acción que contrarresta el avance y desarrollo personales. Los jóvenes sienten la necesidad de contribuir con su trabajo y ser sostén familiar. Por otro lado, es supremamente importante la búsqueda de bienestar emocional y mental en la juventud. Las poblaciones en riesgo están muy lejos de ser divino tesoro, más bien podrían verse como la presa fácil de quienes delinquen.  Es un periodo muy rico en ímpetu, en energía, pero según veo hay desconocimiento de las necesidades psicológica de la juventud y por lo tanto pobre respuesta por parte del Estado. Triste pero cierto. Parece que la juventud no tiene este 12 de agosto mayor motivo para celebrar, pero si nosotros para reflexionar.

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