Hasta que se gradúen mis hijos, hasta que me case, hasta que me divorcié, hasta que crezcan mis hijos y así sucesivamente, algunas personas interponemos esta frase para posponer alguna acción o lo que es más, el permitirnos sentimientos como la felicidad, la tranquilidad y el bienestar.

Suelo llamar a esta frase, “trampa” porque constituye una verdadera trampa para permanecer atrapado en una situación. Hace muchos años yo la dije refiriéndome a una cura que deseaba, la dije frente a mi maestro, el Dr. Guillermo Forno, quien inmediatamente me corrigió y como siempre sucede cuando el mensaje viene de un mentor, la incorporé y ha sido parte de mi filosofía de vida. El pasado ya pasó y el futuro no ha llegado. En cuestiones de vida lo único que cuenta es el aquí y el ahora y no se vale desechar la tranquilidad actual, por ejemplo, para cuando llegue un momento, un acontecimiento determinado, que nadie tiene la certeza de que llegará. Una de las explicaciones científicas de la ansiedad, eso que comúnmente llamamos “nerviosismo” es vivir en el futuro, en alerta o a la expectativa de algo que no ha sucedido. Desde este punto de vista la poca capacidad para estar aquí y ahora nos priva de la “vivencia”, el momento vivido. La conciencia de la vivencia requiere ejercitación, como cuando se desarrolla un músculo, no es de la noche a la mañana que se logra; se logra con la determinación consciente de vivir lo que haya que vivir por doloroso que esto sea y de ninguna manera “hasta que…”

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