Hace unos días leí un artículo que me dejó impactada, presentaba historias de personas y familias que habían sido tocadas por la pandemia de manera cruel por diferentes circunstancias, perdidas, muertes, cambios drásticos en sus planes y la autora les aplicaba el calificativo, vidas destruidas. A mí me pareció poco exacto, pero luego caí en la cuenta que sus historias, sucedidas en Europa, reflejaban la seriedad de los efectos de la pandemia. Quien la escribió había recibido cartas de sus lectores y al terminar su artículo escribió: “no podemos vivir otra vida, está es la nuestra”. Fue entonces cuando le encontré sentido al artículo. Esa frase contundente es de una certeza pasmosa. Cuando escribo un cuento, cuando leo una novela, al ver una película, por horas doy cabida a la protagonista y ya sea una comedia, una fantasía o una tragedia, me da minutos de escape de lo que me ha tocado vivir. Cada vida es en sí un argumento para una novela, sus pasajes, abundantes de alegría, de tristeza, o dramas hacen que ese relato valga la pena. ¿Valdría la pena una vida insípida? ¿Una en la que las penas se ignoran o la alegría se esconde? En estos años de mantener contacto con las personas por la relación terapéutica, no he conocido una vida que sea como una paisaje desértico. Cada vida es una revelación de la riqueza de la existencia y estos últimos tiempos han sido inimaginables. Y he visto que aunque alguien piense que la vida se resquebrajó, ese pensamiento se puede revertir y aprender de ese resquebrajamiento. Amiga, amigo que me sigue en este blog, no podemos vivir otra vida, esta es la nuestra. ¿Puede encontrar belleza en una vasija rota y luego reparada, como hacen los japoneses? Las roturas humanas semejan heridas y todos y todas llevamos unas cuantas, o muchas. Con mucha frecuencia vienen desde la tierna infancia o se han hecho en el transcurso de la vida, o se han acumulado y en un momento determinado duelen y es necesario atenderlas. Es en este momento cuando se requiere la ayuda de alguien experto. Quienes hemos recibido psicoterapia sabemos del beneficio que se siente al repararnos a nosotros, nosotras mismas, porque se trata de una tarea personal, nadie la puede hacer por mi, porque es mi vida y la cura es personal. Suerte para este año.