Como lo pueden escuchar en el post de Emisoras Unidas que está colocado  más abajo, el periodista Luis Felipe Valenzuela me hizo una entrevista acerca de los efectos psicológicos que esta pandemia nos está dejando. Aunque para muchas personas no está pasando nada, o dicen que se sienten bien, los estudios revelan que la pandemia y el confinamiento ha venido a cambiarnos la vida y alterar nuestro balance psicológico. Se ha destacado que los cuadros que más está padeciendo la población son,  trastornos depresivos, trastornos de ansiedad, trastornos del sueño y el abuso de sustancias (drogas, alcohol). Por supuesto que la Salud Mental está comprometida por los cambios, las muertes, el encierro y el distanciamiento, el temor al contagio y lo prolongado de la crisis. Se ha hablado de estrés postraumático en diferentes grupos, especialmente en aquellos que han estado hospitalizados, en las personas que están en la primera línea de atención o quienes han estado hospitalizados por Covid-19. En la entrevista dije que se localizan tres grupos como los más afectados: 

Las mujeres

Las niñas y niños, así como adolescentes

Los ancianos y ancianas 

Veámoslo brevemente:

Muchas mujeres han perdido su trabajo o han tenido que trabajar desde la casa asumiendo  los roles del trabajo profesional y del trabajo doméstico, lo que constituye una carga absolutamente estresante. Cuidar de la casa, asesorar el trabajo escolar de los hijos, perdida de la persona que anteriormente les ayudaba y cumplir con su propio   trabajo a distancia ha sido para las mujeres  aún más demandante. 

Ellas, algunas,  han tenido que confinarse con quien las maltrata. Se ha incrementado la violencia doméstica de manera alarmante, fenómeno que hemos señalado insistentemente. 

Se ha resaltado  el empobrecimiento del sector mujeres. Siendo la mitad de la población mundial, la pérdida de ingresos representa la pérdida de la autonomía y  ésta  aumenta la vulnerabilidad a que nuestros derechos sean pisoteados, la falta de autonomía económica refuerza la permanencia al lado de alguien que infringe violencia. A nivel mundial se estima que habrá un 11% más de mujeres pobres en el planeta. Se plantea entonces, que hay un retroceso en los avances de los derechos laborales, sexuales y reproductivos,  que las mujeres estamos más expuestas a la pobreza y a la violencia y tenemos  menos representación y voz en las esferas de poder. Por último, es real que las niñas y adolescente que sufren abusos sexuales continuados están aún más vulnerables, en  peligro de embarazos y la continuación del abuso sexual en sí mismo, porque sabemos de sobra el desastre psicológico que provoca. Al contemplar el panorama se evidencia el retroceso en seguridad para mujeres y niñas.

En cuanto al segmento, niños, niñas, adolescentes observamos la ansiedad, depresión y otros trastornos relevantes en la adolescencia como los trastornos de la alimentación , los trastornos del uso de sustancias (drogas) y los problemas de conducta. Los niños y niñas, las jóvenes necesitan espacios para moverse, el confinamiento provoca irritabilidad y desequilibrio en el manejo de sus emociones. Por otro lado, llevar el trabajo escolar por la vía remota es estresante para muchos, o bien, no cuentan con dispositivos e internet. Pero es una pandemia y nos afecta a todos. Lo importante es que estemos conscientes del daño en la salud mental que está provocando e implementemos medidas de contingencia, de prevención ante los desastres emocionales.

En relación a las personas mayores, el distanciamiento ha aumentado el sentimiento de soledad, a veces de desamparo y ha propiciado la depresión; me ha tocado atender personas mayores con depresión,  con ataques de pánico y otras muestras de ansiedad. Pero aún hay más, esta situación ha incidido en el deterioro de las funciones mentales, memoria, atención, la orientación o bien ha hecho que empeore en personas que ya tenían algún tipo de demencia, o que sufren  Alzheimer. Alertas entonces, a nuestra salud mental y la de quienes nos rodean. Me ocuparé en una segunda entrega de hablar con esperanza de aquello que podemos hacer en pro del bienestar emocional.

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