“Ante las perdidas el duelo es una reacción normal que dista de la depresión”.

Muchísimas personas  se encuentran viviendo en duelo es estos días. Mi corazón se contrae al pensar en tantas personas que han perdido a seres queridos y que se ven limitadas a externar sus sentimientos y dejarse acompañar en los rituales que nuestra cultura ha construido cuando muere alguien cercano. La muerte es parte  de la vida, es común perder a los seres queridos, sin embargo en las circunstancias en las que vivimos sus dimensiones emocionales  crecen y pueden en un momento dado rebalsarnos y tornarse  en un trastorno depresivo, un trauma.  Ante las perdidas el duelo es una reacción normal que dista de la depresión, pero la  perdida es dolorosa más allá de las palabras. El dolor puede sentirse físicamente y la experiencia puede llegar a ser perturbadora y el dolor casi insoportable. Al ser la muerte parte de la vida experimentar el dolor de la muerte de  un ser querido es la naturaleza en acción, como lo es el nacimiento de un bebé, estos dos acontecimientos extremos de un continuo de la misma vida. Los estudios reciente dan cuenta del funcionamiento del cerebro ante el duelo normal, refieren que el dolor se siente por episodios durante el día y hacen énfasis en la importancia de  cómo es significativo observar con detenimiento esos espacios de tiempo en los cuales el dolor se agudiza. Esta observación puede dar lugar a un crecimiento emocional e inclusive espiritual para entender nuestra propia existencia, la finitud de la vida, el hecho de que irremediablemente vamos a morir y que  es la única certeza que tenemos. Este tipo de ejercicio resulta meditativo y puede ayudarnos a transitar los días y los meses posteriores a la pérdida del ser amado. Una persona cercana a mí se dio cuenta que su dolor era proporcional al amor que tuvo por la persona que perdió; me cuenta que cada vez que el dolor venía anotaba en su diario las sensaciones que sentía a nivel corporal, los sentimientos y los pensamientos que surgían. Algún tiempo después se permitió leer lo  escrito y esto resultó iluminador para entender la dimensión de su amor hacia su marido e inclusive, descubrió características de si misma y de la relación de pareja. Para transitar el duelo  también es importante verlo de frente. Ante la ausencia de un velorio normal las personas pueden hacer rituales de despedida diferentes y que de alguna manera que le den la oportunidad de recibir las condolencias, de sentirse acompañados. También es importante tener muy claro que hablar de la persona que se fue, recordarla, aunque puede resultar doloroso también, paradójicamente, alivia el dolor. Por eso es importante darse el tiempo para hablar y también para llorar. Para las personas que rodean al doliente puede resultar incómodo ver tanto llanto, pero no importando lo que los demás piensen la persona que está sufriendo debe darse el tiempo para expresarlo y vivirlo de manera muy personal. Esto es dar la cara al dolor. El duelo es personal y es diferente en cada uno. Cuando una persona enfrenta su dolor es posible que más pronto encuentre la paz.

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