Cuando hablamos de Salud Mental nos referimos, de manera muy simplificada a esa sensación subjetiva de bienestar que podemos sentir,  pero es motivo de discusión entre los entendidos en la materia. Algunos investigadores hablan de tres componentes de bienestar subjetivo: satisfacción con la vida, la presencia de un estado de ánimo positivo, y la ausencia de un estado de ánimo negativo, que en su conjunto se resumen en lo que nombramos como felicidad. Desde mi punto de vista es un bien muy preciado porque diversos factores nos arrebatan esa sensación de bienestar, es facil en estos tiempos perder la salud mental.  Muchas amigos y amigas cercanas me han compartido la frecuente sensación de desasosiego que les embarga y que noticias de muerte, aunque no sea por COVID-19 les afecta grandemente. Están vulnerables, hablan de “desamparo”.

Dice la OPS, (Organización Panamericana de la Salud):


“La pandemia de COVID-19 ha agravado la situación de salud mental en la Región, aumentando los nuevos casos de afecciones de salud mental y empeorando las preexistentes. También ha producido interrupciones significativas en los servicios para trastornos mentales, neurológicos y por uso de sustancias. En la Región de las Américas, los trastornos mentales, neurológicos y por uso de sustancias (SNM) y el suicidio representan más de un tercio (34%) del total de años vividos con discapacidad. Casi 100.000 personas mueren por suicidio cada año en la Región” continua la OPS:

“La pandemia ha afectado a la salud mental no sólo de los trabajadores de salud, sino también de muchas otras poblaciones de las Américas, ya que se enfrentaron al duelo personal, a las noticias sobre la enfermedad y muerte, a las pérdidas de empleo, a las crisis económica y social, a la violencia doméstica, al cierre de escuelas y a la persistente desinformación generalizada.  Al mismo tiempo, los servicios para ayudar a las personas a hacer frente a estos factores de estrés se han visto interrumpidos por la COVID-19.” 

Esta situación desalienta, pero a su vez invita a hacer algo, y me pregunto a menudo qué podemos hacer para restablecer o para mantener un mínimo de bienestar. Este 10 de octubre es propicio para reflexionar pero sobre todo para accionar a nuestro favor y de las personas que nos son cercanas, he aquí algunas ideas:

  • Una amiga que nunca tomó un pincel, recibe clases de pintura por internet y nos ha dejado con la boca abierta con sus logros.
  • Alguien hace Tai Chi y Yoga con un profesor que da su clase por You Tube.
  • Una amiga bajó una serie de Mandalas y de esa manera ejercita la “atención plena”
  • Otra persona decidió salir a caminar y ahora ha llegado a una hora diaria.
  • Otra amiga decidió no ver más noticias sobre la pandemia.
  • Y alguien más respira, respira, respira de manera consciente tres veces al día.  
  • Canto por internet, pintura, escritura creativa, caligrafía, idiomas, baile, ejercicio para la mente, programación, cocina, “inscríbase ahora”,  “deje de sufrir”, la lista de cursos es interminable y muchos de ellos son gratuitos.

Confieso que he pasado por etapas en busca de mantenerme cuerda, con la cabeza afuera del agua. He pasado por cultivar el  jardín,  arreglar álbumes de fotos, aprender a trabajar a distancia, asistir a conferencias, congresos, entrenamientos virtuales, aprender a manejar plataformas y aplicaciones que no conocía, manejar dispositivos nuevos, ver ópera cada noche desde el Metropolitan de NY;   pero lo que permanece constante es la escritura, la lectura, la meditación, la oración, el yoga y el ejercicio físico, dosificando y cambiando el orden a la rutina existe un compromiso personal por cuidar mi salud mental, para aguantar este vendaval que ya dura mucho tiempo.

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