Aunque resulta cansado hablar de los efectos de la pandemia, es importante conocer los comentarios de quienes han estado estudiando cómo esta situación, inusual, terrible, catastrófica nos está afectado. Y digo,  nos está afectando, por que no ha pasado aún. Increíble pero cierto, Europa es de nuevo el centro de los contagios, con un numero elevado de enfermos, y muertos. Como en el inicio de la pandemia, seguramente nosotros también levantaremos una cuarta ola. Ahora que ya sabemos mucho del virus, de la enfermedad y de sus efectos psicosociales, probablemente la enfrentaremos de mejor manera. ¿Habremos aprendido algo? Yo confío que nuestro cerebro adulto se ha movilizado ante tantos eventos y tanto distanciamiento. Los expertos coinciden en que son los adolescentes quienes se verán más afectados, y predicen que sufrirán depresión crónica cuando esto haya pasado. De manera intuitiva he hablado que el distanciamiento social, especialmente en aquellos que estuvieron encerrados en espacios muy reducidos y rodeados de violencia son los mas afectados, incluso he hablado del aumento de violencia hacia las niñas, incluyendo abuso sexual e incesto, embarazos en niñas, pero el profesor y neuropsiquiatra francés Boris Cyrulnik, quien acuñó la palabra resiliencia dice que en la adolescencia se sufre una poda de neuronas por lo cual el cerebro trabaja con más energía y durante dos años los jóvenes establecen planes para el futuro y buscan su camino, pero que habiendo perdido este tiempo entrarán a la adultez desorientados y sufrirán depresión crónica. El profesor Cyrulnik hace énfasis en el tiempo que ellos y ellas han pasado frente a la televisión o en la pantalla con video juegos, lo que enlentece la mente. Y este último dato me parece supremamente importante, dado que aún sin pandemia los chicos (y los padres lo favorecen) emplean su tiempo frente a la pantalla. Textualmente el neuropsiquiatra dice: “Estarán en depresión  crónica. Tendrán pequeños oficios que no les interesarán. Aprenderán a estar a cargo de la sociedad. Han perdido un periodo sensible de su desarrollo. Para reconectar tendrán que trabajar 10 veces más.” Al platearle la situación a un padre de dos hijas adolescentes me dijo “Me pareció increíble, pero probablemente cierto, la comparación de la pandemia con un evento tan catastrófico como una guerra. Así que será de hacerles conciencia a los jóvenes que estén atentos a sus sentimientos y estados de ánimo. Y que busquen ayuda profesional cuando aparezcan los síntomas de depresión y ansiedad, ahora o en el futuro”

Los dichosos jóvenes no la tendrán fácil y no está siendo fácil para ellos. Pocos padres comprenden sus  necesidades y hacen lo posible la búsqueda de reuniones con algunos amigos y amigas, ejercicio al aire libre, pláticas de cómo se sienten, sin burla, sin censura. Reflexiones como estas tendrán que tomarse en cuenta cuando los jóvenes vuelvan el próximo año a la aulas, (esperemos que así sea). Será un tiempo para pensar en lo que sucedió, en cómo lo han vivido y fundamentalmente hablar de los temas que atañen a los adolescentes: la vida con sus pares, el amor, el noviazgo y su futuro. Creo que más que estudiar geografía debería recobrar el tiempo vivido de manera tan irregular.

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