Ahora que transitamos por una etapa cercana a la normalidad y las medidas restrictivas son poca en nuestro país, me pregunto si ha pensado en la capacidad que ha desarrollado para superar la adversidad. Por que de eso se trata la resiliencia. El término es empleado en psicología para nombrar la capacidad de una persona para levantarse después del vendaval. Muchas personas son resilientes por naturaleza y a otras les ha tocado aprender.
Se habla que es una destreza se aprende en la infancia, mediante una formación en la que no se complace todos los gustos al niño o a la niña ni se le cría en sábanas de seda ni se le esconde el sufrimiento. La verdad es que la vida no es color de rosa y privar a los niños del contacto con el dolor puede hacerlo formar una falsa idea de la vida. Lo mismo sucede hacérsela fácil, complacerlos en todo, por ejemplo. Ellos necesitan aprender a soportar que se le niegue algo, a experimentar la frustración.
Pero también la resiliencia puede aprenderse ya de adulto, practicando de manera propositiva, por ejemplo, experimentando las emociones ante la perdida, sin negar el dolor, porque este pasará, empeñándonos en pensar de manera positiva y pensando que el sufrimiento es parte de la vida, así como también lo es la muerte y las pérdidas de otro tipo. Cultivar el buen humos, reforzar las redes de apoyo (amigos y familiares), disfrutar ratos de ocio, encontrar un sentido a la vida son algunos de los elementos de los que está hecha la resiliencia.
Admiro a tantas personas que han salido fortalecido ante acontecimientos dolorosos en este tiempo de pandemia, sobre todo muertes por Covid-19 o por otras enfermedades. Enfermedades como cáncer, o bien crónicas y degenerativas, perdidas del empleo. Y el asunto es que no hemos salido y tenemos amenazas. Y me pregunto si solamente le hemos perdido el miedo al virus y haremos como si no existiera o bien nos hemos fortalecido haciendo acopio de destrezas psicológicas resilientes.