Recientemente participé en un taller de escritura creativa con la temática de la Navidad y alrededor de la lectura de Cuento de Navidad de Charles Dickens, publicado en 1,843, un clásico del tema. Su lectura, muchos años después, despertó en los participantes esos tiernos sentimientos, salpicados de nostalgia de los recuerdos que guardamos de cómo fueron nuestras fiestas navideñas. Los relatos tuvieron en común el sentimiento de alegría, de solidaridad y de celebración que el propios Dickens nos muestra de manera tan esplendida en su famoso cuento. Las narraciones que surgieron también estaban llenas de las tradiciones tan ricas en las familias guatemaltecas y que al paso del tiempo se transforman en fotografías tomadas en paisajes de nieves, (tal vez añorando lo que aquí carecemos o como reminiscencia de las primeras tarjetas navideñas que recuerdo en donde mostraban paisajes repletos de nieve, ventanas iluminadas y pinos blancos). Pero nuestras tradiciones son hermosas y definitivamente este frío, estas luces, estos olores y estos sonidos nos invitan a mostrar cariño hacia los demás. Muchos reniegan de la celebración porque son ateos o porque su iglesia no comparte el hecho del nacimiento de Jesús en esa fecha. Otros reprueban la comercialización que se da en los países occidentales y también hay muchos que la asocian a pérdidas, abandonos, soledad. Sin embargo en nuestros relatos literarios prevaleció la esperanza y el gozo que el señor Scrooge experimenta al final del famoso cuento. Y es que la literatura nos permite construir escenarios que nos ayuden a resistir los sufrimientos y experimentar los valores que nos humanizan, la bondad, la concordia y la solidaridad. ¡Bienvenidos los Cuentos de Navidad!