Un medio día soleado soplando un leve viento sobre el jardín en donde se llevaba a cabo una celebración, un cantante, a quien ninguno presta ameniza el momento. Unos pocos niños corren por los jardines. Han tirado el traje de etiqueta y los otros, niñas y niños están cada quien con sus tabletas, absortos y ajenos a lo que pasa a su alrededor. Escena típica en la actualidad.
La sociedad contemporánea ha encontrado el antídoto contra el aburrimiento, los padres y madres han encontrado en los dispositivo electrónicos las niñeras que les descarguen de la tarea de entretener a sus hijos. En los video juegos los niños encuentran un gran atractivo para estimular sus hormonas, ilusionarse y vivir en mundos paralelos, luchas y la guerra misma, ahí se puede matar, engañar y vivir emociones intensas. Pero qué dicen los expertos en el tema. Diversos estudios advierten de lo dañino que resulta para los adultos estar expuestos a la luz azul que emana de los dispositivos, afecta el sueño, la capacidad de descanso y puede producir adicción, entre otros. Sin embargo los más vulnerables son los niños, en ellos su uso excesivo va desde las dificultades en el sueño hasta la el incremento de la impulsividad.
Atenta al grupo de niños en la reunión que menciono al inicio me di cuenta que milagrosamente los chicos soltaron la tableta cuando sin quererlo los adultos los incorporamos en la conversación, ellos empezaron a hablar de sus propias experiencias del regreso al colegio, de lo que han sentido durante la pandemia, reían y se expresaban con facilidad y posteriormente encontraron en qué entretenerse en el jardín. No volvieron a las tabletas.
Hay dos advertencias significativas emanadas de las investigaciones: la primera es la perdida de la creatividad porque los video juegos limita la inventiva y la curiosidad infantil y la segunda es la propensión a la adicción. Tanto es así que los expertos están por catalogar esta adición en los manuales de enfermedades mentales.
El medio ideal para el desarrollo de los infantes es el juego y este surge casi sin proponernos cuando el niño necesita “entretenerse”. No tenga miedo de que su hijo se aburra, si se duerme es porque lo necesita, pero si tiene una pelota enfrente, un montón de trozos, u otro niño o niña verá cómo empieza a surgir la actividad de manera libre. Provocar la participación oral, permitirles opinar y escucharles sin crítica puede ser mágico. Estudios en España reportan que los menores de seis años pasan una media de dos horas al día frente a una pantalla, mientras que los adolescentes invierten mas de 136 días al año conectados a un dispositivo, y los adultos no son capaces de pasar sin WhatsApp mas de una hora seguida. Poner límites en el uso de dispositivos no es fácil para los padres, pero es fundamental hacerlo. En Australia se encontró que los niños y los adolescentes menores de 18 años, que pasan más tiempo al aire libre, (se le llama luz verde) mejoraron su rendimiento, mejoraron su salud mental y sus funciones cognitivas (de pensamiento). También se ha encontrado que los padres que predican con ejemplo lograron mejores resultados. Algo que sabemos desde siempre. No se pueden eliminar los dispositivos pero si limitarlos. Llevar a las reuniones las tabletas y teléfonos para que los niños no se aburran no parece una buena idea, es mejor que se aburran.