Hoy 23 de abril, día del libro
Recién terminé de leer el libro El Infinito en un Junco, de la magnífica escritora española Irene Vallejo. Leerlo ha sido una de las experiencias más significativas de este año. Se trata de la historia del libro antiguo en el que Valllejo con maravillosa prosa, espléndidas metáforas y con rigor académico nos lleva de la mano como chiquillos que estamos aprendiendo a conocer la belleza de los libros por un mundo de eventos, ciudades, personajes antiguos y recientes. Inmensa curiosidad. Me atrapó desde el inicio. Lo leí en digital y a cada poco extrañaba los márgenes y un lápiz para hacer mis anotaciones y comentarios, un marcador que resaltar aquello que me había impresionado y que algún día quería volver a leer, extrañaba hojear las páginas y sentir la sensación del papel y el olor del libro nuevo. La relación que se establece entre este maravilloso invento, el libro, que recoger nuestra historia es quizá de las más gratas que los humanos podemos tener. Quienes amamos los libros los atesoramos, los cuidamos, volvemos a ellos, repasamos nuestras notas y nos extasiamos, al descubrir nuevos enfoques, nuevos significados de aquel libro que leímos hace diez o quince años y que duerme en el fondo de nuestros estantes. Saber leer es una fortuna y un privilegio al mismo que tiempo resalta la consciencia de los índices de analfabetismo que tenemos en nuestro país. Cómo podemos superar el subdesarrollo, el descuido por la moral, porque la ignorancia campea. ¿Cuántas bibliotecas hay en el país? Cuál será el número de municipios y aldeas que no cuentan con bibliotecas. Quisiera pensar que los libros que tengo en mis estantes llegarán en un momento dado a las manos de niños y jóvenes ávidos de aprender. Muchas veces me invade la desesperanza, el desaliento y creo que este país no saldrá de su atraso endémico porque cómo puede un país que no lee, ser partícipe del conocimiento universal. Se de casos de personas que se han propuesto fundar bibliotecas o enriquecer las que ya existen, pero resulta insuficiente, siempre esos esfuerzos serán insuficientes. En días como hoy 23 de abril quisiera levantar la voz y pedir que a la par de alimentos, lleguen libros a los rincones de la patria. Seguramente me tacharían de demente o de revolucionaria porque entiendo que hay un interés genuino de mantener al pueblo en la oscuridad. Sería una voz que clama en el desierto, ahí donde no hay eco.
UNA LECTURA IMPRESCINDIBLE