Ahora que estamos saliendo de la Pandemia quizá es oportuno darnos unos minutos para pensar los anteriores años y cómo le hicimos para transitarlos. A mí me parece mentira que hayamos pasados dos años con tantos acontecimientos inusitados, desde el confinamiento hasta mi forma de trabajar; y reflexiono sobre las perdidas de amigos, conocidos e incluso familiares que murieron, mucho recuerdo la hipersensibilidad emocional, el miedo, el cansancio, la falta de contacto físico, cómo añoré los abrazos y besos de mis hijos y nietos, la cercanía de las personas que amo, el ejercicio de adaptación diario, días que se hacían largos y también semanas que no sabía cómo habían transcurridos. Para cada persona la experiencia fue diferente, por eso pienso que la reflexión es personal, aunque se haga en grupo. Ahora que nos reunimos con cierta libertad hablar de cómo nos fue durante ese tiempo es una manera de nombrar y de cerrar un ciclo. No soy amiga de los manuales de autoayuda, pero he logrado entender que muchas personas se aferraron a algo, por ejemplo, cobró vida la palabra esperanza, porque nos permitió ver una luz al final del túnel y pensar que esto iba a pasar. Otras personas, ejercitaron la paciencia, esa que cuesta tanto, aprendieron a vivir cada día, o un día a la vez; también hubo quienes tuvieron que aceptar irremediablemente su presente si o sí. Trabajar en casa fue un desafío sobre todo para las mujeres, habiéndose quedado sin ayuda para los oficios domésticos, conviviendo con la pareja y con tres o mas hijos encerrados en espacio limitado. Desafío. Porque perdimos la cordura en alguna ocasión y la irritación y el enojo nos rebalsó. Algunas parejas se unieron más y otras se separaron. Muchos aprendieron técnicas para enfrentar el estrés y continúan meditando, haciendo ejercicio y comiendo sano, y muchos otros están, ahora, luchando por bajar las libras que subieron. Quienes se quedaron sin trabajo tuvieron que echar mano del ingenio y enfrentar limitaciones para sobrevivir. Otras por el contrario, tuvieron la suerte de pasarla en espacios abiertos y ventilados o la capacidad y el privilegio de tener tiempo para escribir, pintar, componer música y convirtieron el tiempo muerto en tiempo útil. Y muchas se aferraron a la fe, rezaron meditaron haciendo oración; una amiga me dice: descubrí una oración que ahora no dejo y dice: “OH Jesús mío, confío plenamente en ti, hazte cargo de todo”. Historias de historias que me gustaría recopilar, porque cuando escucho que estamos viviendo tiempos apocalípticos podría repasar esa historias y pensar que tenemos la capacidad increíble de sobrevivencia. A pesar del dolor, a pesar del miedo, a pesar del encierro, de las perdidas, aquí estamos.

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