Treinta años han pasado desde que su paso por la escuela primaria fue un tormento. La desagradable experiencia de ser discriminada por su piel morena y sus rasgos indígenas, a lo que se sumaba que era hija de la señora que hacia la limpieza en el establecimiento. No quisiera recordar a la niña líder del grado que les decía a las compañeras que no se juntaran con ella, que no le hablaran y esos recreos en los que se encerraba en el baño a llorar o se quedaba en la clase con un libro que no podía leer porque tenía nublada la vista. En aquellos años no se hablaba de bullying, pero la conducta cruel si se daba con las mismas características que ahora se perfilan. Regularmente el o la acosadora era niña o joven con diferencia de poder expresado por su posición, color de piel, o etnia y el aprovechamiento de una víctima que en su interior se siente inferior. La inhabilidad para poner oposición al acoso hace que se perpetúe y según experimentos viene por oleadas, es decir se repite en algunos niños y jóvenes, año tras año y parece ser que tiene relación con cierta inhabilidad para flexibilizar la capacidad cognitiva. Estudios refieren que esta inhabilidad se manifiesta en la dificultad de oponerse, responder al acosador o simplemente pensar que el otro es un tonto, sino que la victima piensa que ella no vale, no sirve y que la muestra es que no tiene amigas o amigos y que no es querida. Como se trata de un trauma de tipo psicológico las secuelas se presentan en la vida adulta, regularmente con parálisis, es decir con imposibilidad de defenderse o de huir ante amenazas que vienen del exterior. He visto que actualmente las profesionales en los colegios abordan a los chicos que sufren bullying empoderándolos y enseñándoles diversas estrategias para no engancharse con el victimario. Sin embargo, a mi me preocupa el clima de violencia que se puede dar en las aulas y en los establecimientos. Padres y maestros deberían poner mucha atención a síntomas como negarse ir a la escuela, decaimiento, pesadillas o dificultad para conciliar el sueño. Ojo, cuando un niño o niña cambia su comportamiento algo está pasando. Padres y madres que son aptos para la escucha activa son ideales para proteger a sus pequeños victimas de cualquier abuso.