Escuché esta frase hace muchos años cuando una joven me compartió que su mamá la decía frecuentemente a veces de manera tranquila y muchas otras, sermoneando o reclamando. En todas sus variantes esta frase resonaba dentro de su cabeza y también en la de su hermano, (especialmente) porque la madre hacía énfasis en la urgencia de que ambos se valieran por sí mismos, aunque cuando la decía miraba hacia donde estaba el hermano. El contenido de esa frase es precisamente ese: “hazte cargo de ti”, “necesito que seas independiente”, “¿cuándo dejarás de depender de nosotros”? Por mucho años he reflexionado sobre ello al mismo tiempo que observo el comportamiento de mamás y papás, de hijos e hijas respecto al hecho de la independencia de estos últimos. ¿Han notado que en nuestro medio los y las hijas tarden mucho tiempo en volverse independientes? ¿Se han dado cuenta que las mamás retenemos a los hijos, principalmente a los varones, mimándolos, haciéndoles su cama, su comida favorita e incluso la lonchera al niño de 25 años? De sobra se ha demostrado que la sobreprotección inutiliza a los hijos, pero las madres latinas disfrutamos el rol de sacrificadas y sufridas no tanto por el marido sino por los hijos. Son frecuentes las quejas de que los hijos (ellas y ellos) “no hacen nada”, “son haraganes y mantenidos” al mismo tiempo que disfrutamos sobreprotegiéndolos. Es frecuente en las mujeres, pero también los papás de una manera velada, lo hacen. Lo que pasa es que sobre nosotras cae el mandato social y cultural de madres, madres abnegadas, sacrificadas y pendiente siempre. Muchas de nosotras justificamos nuestra existencia mediante el rol de madre sacrificada y sufrida. ¿Hasta cuando dejo de sacrificarme por mi hijo?, me preguntaba una mamá. Yo le contesté que no consideraba sacrificio prepararle la pacha y cambiarle los pañales, pero que en la medida que nuestros retoños crecen pueden valerse por sí mismos, de manera que ya no requieren de nosotras. Veo esta situación desde varias perspectivas, muchas veces acudo a los versos de Kahlil Gibran en el poema Los Hijos, del cual solamente cito unos pocos versos: “Vuestros hijos no son vuestros hijos. /Son los hijos y las hijas del anhelo de la Vida, ansiosa por perpetuarse./Por medio de vosotros se conciben, mas no de vosotros”. “…Sois el arco desde el que vuestros hijos son disparados como flechas vivientes hacia lo lejos” . Nuestros hijas e hijas se irán de nuestro lado, ojalá pronto y es esperanzador que podrán pararse sobre sus propios pies.