Hay ciertos temas que me cuesta de abordar, uno de ellos es el de aquellas madres que causan daño a sus sus hijos e hijas. Mi tendencia es a pensar que una mamá no hace daño de manera intencionada, y que ella también responde a una crianza difícil, a un trastorno mental e inclusive a una relación de pareja que la hace sentirse miserable. Cualquiera que sea la causa por la cual una madre hace daño a la prole en la consulta psicológica es fácil escuchar historias de madres que han influido para que el o ella sean infelices en la actualidad. Extraño. Algunos autores la llaman “madre tóxica” y se habla del “Síndrome de la progenitora tóxica” que probablemente impide que se establezca el vínculo entre madre-hija o hijo por lo que en la vida adulta se les dificulta las relaciones interpersonales y hasta el sentido de bienestar. Pero, ¿Cómo puede hacer daño una madre? Algunas característica que he podido observar y que reporta la literatura son los siguientes: cuando se trata de una madre agresiva, que produce maltrato ya sea por violencia verbal o física o por negligencia, cuando la madre ejerce un control dijéramos casi absoluto sobre sus hijos, cuando utiliza la manipulación para lograr lo que pretende, y aunque los hijos ya hayan crecido no logran una adultez autónoma ni logran que desarrollar herramientas para enfrentar la vida. Cuando es alguien egocéntrica que puede competir con la juventud y belleza de la hija, cuando es inmadura o dependiente y obliga a que los hijos la cuiden, cuando el ambiente de crianza es terrorífico, cuando ella sufre algún trastorno mental con conductas violentas y falta de empatía. La psicóloga Irene López autora del libro “10 obstáculos que te impiden ser feliz” señala la importancia de revisar cómo fue nuestra relación con la madre durante la infancia. Muchas veces resulta doloroso reconocerlo, pero al mismo tiempo veo que cuando se habla de ello la tendencia es a descargar las emociones y el dolor acumulado y a entender a esa mamá tóxica que nos tocó. Todo parece apuntar que no todas las mujeres estamos capacitadas para la crianza y algunas no deberían serlo. Sin embargo, la sociedad ejerce presión sobre las mujeres para que tengan “aunque sea un hijo”, “¿cómo te vas a quedar sola?”. La maternidad es complicada y desde mi punto de vista no es innata, más bien responde a una decisión e implica un compromiso para poder propiciar una crianza saludable.

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