Recientemente empezó a circular en las redes sociales una serie de mensajes como parte de una campaña en contra de la violencia hacia las mujeres y niñas, como respuesta a los múltiples femicidios que hemos visto con horror e impotencia. La campaña lleva el título #TengoMiedo. Inmediatamente  también se dieron reacciones especialmente al título, ‘que no era el adecuado porque el miedo paraliza y que necesitamos librarnos del miedo y conceptos por el estilo’. Con sorpresa leí que en las altas esferas gubernamentales se dijo “…las mujeres guatemaltecas no tienen que tener miedo”.  “Que denuncien, lo que se debe hace es educar para que las mujeres denuncien”. La buena fe a veces se vuelve sarcasmo, porque cuántas de las mujeres, ahora muertas han solicitado ayuda cuando eran golpeadas por sus parejas y no fueron atendidas. Guatemala es uno de los países más violentos del mundo y le pregunto a quién dijo que las mujeres no deberíamos tener miedo, perdone pero ¿Cómo debemos responder ante la violencia que nos rodea, antes las macabras escenas de mujeres desmembradas, niñas violadas y asfixiadas? ¿Con risa, con alegría y optimismo? El miedo es una emoción primaria, nos acompaña desde el inicio de la humanidad, a hombres y mujeres. Tiene una función, nos previene de las amenazas externas y la respuesta del organismo ante la amenaza es instintiva. Cuando el  sistema de alarma del cerebro se dispara ante un estimulo amenazante provoca de manera automática una reacción de huida física, correr, esconderse, luchar o, en ocasiones, quedarse paralizado. (Huida/lucha/congelamiento). Como esto se da de manera inconsciente, si la respuesta sale bien, escapamos del peligro, posteriormente recobramos de manera consciente el equilibrio, pero cuando estamos atrapados y no podemos llevar a cabo una acción efectiva ( por ejemplo en la violencia doméstica, una violación o violencia de otro tipo hacia la mujer) Es decir, por alguna razón, la respuesta normal se bloquea el cerebro sigue secretando sustancias las químicas del estrés y los circuitos cerebrales siguen encendidos. Esto implica un estado de alerta continuo. Hay estudios que comparan las respuestas cerebrales de mujeres que sufren domésticas con las respuestas cerebrales de quienes han estado en campos de concentración. He hablado con señoras que reportan un miedo constante al subir al transporte urbano, porque han sufrido asalto a mano armada, robos, sobones e inclusive, que un hombre eyacule en su espalda. Quienes manejan recurren a estrategias cómo poner un muñeco en el asiento de al lado o manejar con gorra y el pelo recogido. Miedo a salir a correr, miedo a caminar por ciertos barrios o calles, a ir con sus hijos a un parque. Miedo, miedo al ver las noticias, al escuchar los relatos de horror, al sufrir amenazas directas o indirectas por parte de la pareja. También los hombres sufren miedo, pero tienen que disimularlo para no parecer mujeres. Somos mujeres con miedo. ¿Y qué le pasa cuando el organismo cuando se mantiene en constante estado de alerta? O cuando no puede expresar el miedo, no puede hablar de lo que siente, porque le da vergüenza o porque no le hacen caso? Las consecuencias son nefastas, influyen el cuerpo y en la psique de las mujeres y de las niñas. Estudios establecen trastornos psíquicos como el Trastorno de estrés postraumático (TEPT) y patologías físicas muy variadas como consecuencia del miedo constante, del horror y de la indefensión.  Así que autoridades, gentilmente les digo que las mujeres si tenemos miedo, tenemos derecho a sentirlo y expresarlo, porque amordazarnos nos enfermará y también nos matará. Tenemos derecho a expresar la historia de los que nos da miedo y derecho a que se nos crea. 

Dice la cuenta de Twitter @TengomiedoG, “la campaña pretende despertar a la sociedad para que se generen espacios para erradicar la violencia en contra de las mujeres y las niñas en Guatemala. Esta campaña debe convertirse en el primer paso para que se generen  acciones concretas que permitan terminar con el miedo que todas sentimos”

De manera que su propósito es legítimo conceptualmente y también políticamente, porque se movieron las aguas del sistemas y empezaron a rasgarse las vestiduras, hicieron alharaca, y la bulla puede también dar miedo a algunos sectores. Ojalá provocará acciones concretas cómo reforzar las instituciones del estado y accionar las leyes que tenemos. El miedo nos mueve, señores y señoras. 

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