Cuando su hermana llegó a su casa la encontró metida en la cama, acurrucada, doliente, devastada. Se sentó a su lado, esperó hasta que pudo hablar. Con la voz entrecortada le contó lo que le había pasado, él, su prometido la había violado de manera brutal, estando bajo efectos del alcohol. Escuchó un relato desunido. Sintió cómo la rabia, la indignación le atragantaba la garganta y gritó un montón le de insultos dirigidos a ese animal que había hecho esto a su hermana. En medio de la cólera recordó el caso de otra mujer que le había pasado por lo mismo,  que había metido preso al tipo. Eso la hizo suplicar a su hermana que se vistiera para ir a al MP a poner la denuncia. Se calmó. Ordenó la mente. Si quería ayudarla tenía que actuar con calma. Se sentó, buscó el contacto de M, una amiga abogada, la llamó y escribió las indicaciones con la letra mas clara que pudo. No podía permitir que su hermana se bañara, tendría que ir al MP rápidamente. Ahí pondría la denuncia, ahí mismo la examinaría un médico forense, le darían un kid profiláctico  y la atendería una profesional especializada en atención a la víctima.  A en camino escuchaba el llanto silencioso. Todo pasó tal como la abogada lo describió, unas cuantas horas de entrevista  el regreso a casa con el cuerpo dolido, sangrando aún,   con  el alma maltrecha.  

Me entero de esto unos días más tarde cuando la hermana me cuenta el calvario que vino después. Estupefacción  es quizá la palabra que mejor describe mi respuesta ante la descripción de la primera audiencia, de las amenazas por parte del violador, de su familia, del equipo de abogados de la defensa que quieren llegar a un acuerdo para que no se manche la imagen de su defendido. Puedo imaginar la confusión de la joven víctima ante las insinuaciones de que ella tuvo la culpa, que porqué fue a la casa de él, que porqué no esto o lo otro. Vienen a mi mente palabras como vulnerabilidad, re victimización, patriarcado, acceso a la justicia, corrupción, impunidad, pero hago esfuerzo en enfocarme en el estado emocional de la joven, no puedo, no la conozco, pero se que ahora enarbola la bandera de reclamo a la justicia, de castigo para el criminal, de reparación digna,  no de arreglos económicos para callar su dolor,  limpiar la sangre que sale de sus heridas. La violación ahora viene de parte del sistema judicial, de miradas lascivas en el juzgado, insultos en las redes sociales, incluso de mujeres que la señalan, que la culpan. Si el sistema patriarcal se ensaña en contra de su vulnerabilidad, la re victimiza una y otra vez. La violación ahora viene del retardo del proceso, (cinco o mas años para que se de sentencia condenatoria), del cambio del delito para que la pena sea mínima.

La violencia hacia la mujer es expresión del patriarcado en el poder hegemónico está en manos de los hombres que se creen con el derecho de maltratar, agredir, Inmovilizar a la víctima, forzar la prestación de servicios. En el caso de la violación la mujer no es mas que un objeto a los ojos del victimario Y aunque duela decirlo también de algunos agentes del sector justicia. Para entender y abordar a la victima de este tipo de violencia hace falta ampliar la mirada y situarla desde el inicio en el hecho de ser vulnerable por el hecho de ser mujer, esa es la realidad. Ahí está la esencia de su vulnerabilidad.

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