He visto pómulos rotos, retinas desprendidas, costillas rotas y he visto heridas que no se ven a simple vista, sino que han calado de manera que han destruido sueños y minimizado el aprecio por sí misma. Atrapada y sin fuerza para desatarse, para desprenderse y salir, expresa el fenómeno de desesperanza aprendida. Este concepto fue primariamente expuesto por Martin Seligman, quien junto a sus colaboradores sometió a grupos de perros a un experimento en que se les aplicaba descargas eléctricas impredecibles e incontrolables. Los perros aprendieron que aunque hicieran lo que hicieran no podían escapar del sufrimiento. Actualmente explica la reacción de la mujer cuando es víctima de violencia intrafamiliar. Es un estado de pérdida de la motivación, de la esperanza de alcanzar los sueños, una renuncia a toda posibilidad de que las cosas cambien, de que las cosas salgan bien.
La parálisis emocional impide a la mujer buscar ayuda o mantener la denuncia que puso en un primer momento. Por ello aparece la depresión, ese estado de ánimo bajo que tiene su propia carga, por ello vienen las enfermedades físicas. Por ello la busque da la autonomía se obstaculiza, por ello, permite la violencia visible y aquella que no se ve.
Las mujeres hemos sido creadas para dar, para servir y para aguantar todo lo que se venga encima, porque eso es lo que se espera de nosotras. Ser mujer es sinónimo de sacrificio. Lo lamento pero no estoy de acuerdo. El principal deber y responsabilidad es hacia nosotras mismos. Ya haciendo a un lado el género: hombres y mujeres deberíamos pensar en nuestro regalo. ¿Qué necesito? Necesito descanso, tiempo para mí misma, salir de casa sola o solo, salir de una relación dolorosa o destructiva.