La autonomía en la mujer es un tema tabú en nuestra sociedad. Se piensa a la mujer como un ser dependiente de sus padres, de su marido o pareja y hasta de sus hijos. La sociedad patriarcal se encarga de crear los mecanismos para que una mujer se pliegue a las exigencias masculinas: no acceso a la educación o al trabajo, primordialmente. Así ella tendrá que limitar sus movimientos y desarrollar un sentido de pertenecer a alguien o de depender de otro. ¡Valla destino! La libertad es un derecho fundamental. La libertad del manejo de nuestro dinero, de locomoción, de libre albedrío, de decidir qué quiero estudiar, cómo y con quién quiero vivir…! Lograr este sentido de autonomía es un trabajo personal, individual, es un logro y una conquista y,  «solo es libre quien se puede pagar sus cuentas». ¡Ah, y por supuesto que sin culpa! Muchas de nosotras nos limitamos a nosotras mismas y dejamos de lado nuestra realización por creer que no somos capaces o que no lo  merecemos.

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