¿Ha hecho el recuento de cuántos acontecimientos trágicos se enteró el día de ayer? ¿La semana pasada, el mes pasado? ¿Le pasó algo desagradable a algún amigo, amiga, conocido o a alguien que usted considera vulnerable, niño, niña, anciano?

Una amiga escribe en Facebook su desesperanza y deseo de irse de este país, los periódicos muestran la opinión de escritores respecto a la situación nacional y del mundo en general: el caos nos rodea, la amenaza e inseguridad nos obliga a una respuesta corporal y mental de alerta. El cerebro en alerta constante. ¿Es esto calidad de vida? ¿Cómo revertir el estado de tragedia social colectiva? El filósofo Zygmunt Bauman, recientemente fallecido, habla en sus últimos textos, citando al Papa Francisco de unir las manos, de tender puentes y de compartir palabras. Me gustaría estudiar a este gran pensador. Quizá encuentre aliento en medio del caos y mi cerebro se recomponga.

Porque si advertimos que este cerebro está en constante alerta y no nos hacemos las desentendidas, vamos a sufrir consecuencias y algo hay que hacer.Las probabilidades de que respondamos de manera inapropiada ante las circunstancias cotidianas son muy altas teniendo el cerebro sobrecargado de tragedia.

 

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