circunstancias especiales. Se inicia, se vive y algunas terminan y se inician otras. Con mucha frecuencia a las personas se nos dificulta terminar con alguna etapa y la dejamos, por decirlo así, abierta. Este hecho dificulta los avances que tendríamos que hacer para continuar el camino y, de manera especial, nos impide vivir el presente, el aquí y el ahora. Pongamos un ejemplo: la terminación de una relación, un divorcio, una separación, por muerte. ¿Qué pasa si no damos por terminada esa relación, ese tema e insistimos en el recuerdo, en rumiar pensamientos de lo que fue y ya no es? Una conducta cómo está constituye una verdadera tortura.
Para cerrar un círculo es necesario en primer lugar tener la conciencia determinada de que es necesario hacerlo, pero a veces necesitamos de un ritual, una despedida: una carta, una conversación, un cambio, algo que signifique hasta aquí, yo sigo. Hacerlo, como dije requiere una firme determinación, pero vale la pena, después nos damos cuenta de lo que nos hemos perdido en calidad de vida, por estar anclados en algo que ya no es, que fue, tal vez, pero ya no lo es.